LA STRYXIA

LA STRYXIA

Una peluca rubia. Recuerda a Debbie Harry, pero los rizos enroscados y ensortijados se posan sobre unos rasgos menos sutiles y delicados.

Los ojos resaltan de forma inconfundible con trazos de delineador de ojos, lápiz ahumado negro y una sombra de ojos muy oscura que distorsiona la mirada,

haciéndola profunda, elaborada, magnética, jugando con lo que debería ser el arco de las cejas. No es otra que La Stryxia.

Desde el escenario, observa el mundo que la rodea, la vida salvaje de las noches milanesas, que en ocasiones se ilumina con luces estroboscópicas, flashes de unas pocas Polaroids o smartphones.

Una vida que se juega con plástico, envolviendo a su público con el sonido de las canciones italianas más entrañables de los 70 y los 80, las gemas de ese periodo, algunas canciones de la cara B y rarezas que solo conocen los elegidos.

Renato Zero, Loredana Bertè, Raffella Carrà, Mina, Mia Martini... Todos los discos, todas las canciones, todas las melodías llegan a sus cuerpos, a sus almas y a sus mentes: están en manos de La Stryxia. ¿Quién es en realidad?

Un icono.

Una entidad que se manifiesta cada noche, invocada por los fans, no tiene género, no tiene edad. Siempre fiel a sí misma, siempre en el punto de mira, inmutable, como un ídolo, un simulacro de la música disco.

No es una drag queen, no es un personaje construido. La Stryxia, claramente inspirada en el espectáculo de variedades Stryx de 1978 con Tony Renis, es la expresión de una personalidad, de esas que eligen...no elegir. Blanco o negro, hombre o mujer, bueno o malo: nosotros diríamos hoy «haz lo que quieras», con un talante internacional que se ajusta a la filosofía de WYCON cosmetics. Y es precisamente la innovadora marca de maquillaje la que avisa de nuevo a su comunidad de la belleza de un nuevo rostro con el formato de WYCONIC, destinado a todos aquellos que disfrutan el maquillaje probándolo en su propia historia, las inspiraciones modernas de sus pequeñas, pero grandes, realidades. «Para mí, los polvos, los lápices de ojos y el brillo de labios son las herramientas que cuentan una parte de mi historia, sin preguntar si un hombre puede utilizarlas, como la ropa», comenta Graziano, el alter ego personal de La Stryxia. «Siempre me ha atraído el aspecto, lo que me puede aportar placer visual, sin matices de superficialidad, sino únicamente la inteligencia estética lo que, hace veinte años, me llevó a liberarme de los prejuicios, que eran más aparentes entonces que ahora, y decidí llevar un traje de una pieza maravillosamente sugerente o un vestido fantástico hecho de seda vaporosa, o adoptar un peinado original y alcanzar la barra de labios, sin desear ser una mujer o imitar su silueta de forma ficticia. Sin reglas, sin excluir a nadie». Y la capsule collection que lleva su nombre son los colores esenciales para lograr ese aspecto impactante de los amantes de la noche, de los que quieren jugar con el maquillaje, con pinturas y con acabados en las calles de una metrópolis que nunca duerme, así como en el pueblo de las afueras más pequeño, como tributo a las divas del sábado noche que La Stryxia, nota tras nota, ha devuelto a la vida.